Han transcurrido más de cinco años desde que fuese lanzado en Chile el MG RX5, un SUV C, cuya categoría fue aumentando su presencia en el mercado, que se explica por el arribo de nuevos competidores de la mano de marcas del mismo origen y tradicionales, hicieron que fuese necesaria una puesta al día de este integrante de la familia MG, que compite frente a representantes del estilo de un Chevrolet Captiva, Chery Tiggo 7 Pro, Haval H6 y el exitoso Toyota Corolla Cross.
Por fuera, vemos que las principales modificaciones se concentran en su frontal, con una nueva grilla con patrón 3D, la presencia de un capó más aerodinámico, zona inferior del paragolpes con doble labio y la inscripción “Performance” al centro. Todo ello en un elegante color negro brillante, que realza esta zona del modelo, muy en el estilo que hemos visto en una marca japonesa premium.
La grilla, en su parte alta es flanqueada por luces frontales seccionadas en dos por el listón superior que nace del logo, con acentos en verdes, los cuales se reiteran en la zona baja del parachoques, zonas laterales inferiores y el listón que une las luces traseras sobre el portapatente.
De perfil, los cambios dan cuenta de la presencia de espejos retrovisores con revestimiento en fibra de carbono, terminaciones de los marcos de las puertas en negro brillante, nuevas barras de techo que admiten hasta 75 kilos, “privacy glass” en las ventanas laterales traseras y luneta posterior, nuevo diseño de las llantas de aleación tipo hélice de cinco rayos dobles (en las versiones DLX), enfundadas por neumáticos Michelin Pilot Sport 4 de medida 235/50 R18 para las versiones Comfort (COM) y 235/45 R19 para las Deluxe (DLX).
En su parte posterior, advertimos la presencia de un nuevo alerón trasero “Twin Aero”, luces traseras ligeramente rediseñadas, además de salidas de escape rediseñadas.
Sus cotas experimentaron ligeras variaciones: 4.571 mm de largo (+26 mm); 1.855 mm (sin variaciones) y una altura de 1.719 mm. La distancia entre ejes aumentó en 8 mm, llegando a los 2.708 mm. La carta de colores contempla cinco tonalidades: blanco, azul, gris grafito, gold (nuevo) y negro.
Puertas adentro, nos encontramos con un interior sobrio y moderno, pero que no está en sintonía con el nuevo lenguaje de diseño visto en modelos de más reciente factura como son el MG GT o el MG One, pero bien terminado, en el que se aprecia que hubo preocupación por los detalles, con recubrimientos acolchados en los paneles de las puertas o la presencia de ornamentaciones satinadas en torno a los tiradores de las puertas.
Las versiones DLX se benefician de un nuevo cuadro de instrumentos digital de 12,3″, con clúster de 7″, que facilita la lectura de la información a la vez que aumenta la seguridad al manejar.
Siguiendo nuestro recorrido desde la zona del torpedo a la consola central, nos encontramos con una nueva pantalla táctil de 14,1″ dispuesto de manera vertical, mientras que el área del túnel de la transmisión luce readecuada. En ella, encontramos una nueva palanca selectora tipo “joystick”, más espacio de almacenamiento con salida de 12 voltios y dos puertos USB. Las versiones DLX suman un cargador inalámbrico con diseño inclinado en 20°.
Los cambios también afectaron el plafonier superior, que ahora cuenta con iluminación LED, nuevos comandos para la apertura del techo corredizo panorámico, que pasa a formar parte de su equipamiento de serie con ajuste de cuatro vías y antiatrape, además de abarcar una superficie de 0,82 m2.
El espacio disponible en las plazas traseras es el adecuado para acoger sin inconvenientes a dos adultos y un niño, puesto que considera salidas de aire traseras y dos puertos USB.
En lo que respecta a su portaequipajes, éste ofrece una volumetría que va desde los 430 a los 1.690 litros, con sistema de apertura y cierre eléctrico en las versiones DLX, personalizable la apertura desde la pantalla táctil.
La mecánica de todas las versiones, corre por cuenta de bloque turboalimentado TGI de la familia Netblue de 1.5 litros con sistema de inyección directa que entrega 168 Hp de potencia y un par que pasó de 250 a 275 Nm, pudiendo ir acoplado a una transmisión manual de seis marchas o bien una automática de doble embrague.
Durante nuestras pruebas pudimos percibir que la plataforma se tornó más rígida, sumado a una recalibración de su sistema de suspensión (McPherson adelante y Multilink atrás). El auto se siente bien plantado sobre el pavimento, aunque con cierto viento lateral, como acontece con cualquier otro SUV con un centro de gravedad más alto, la estabilidad puede verse comprometida en cierta medida. Este aplomo se explica en parte al uso de los excelentes neumáticos Michelin reseñados más arriba.
La entrega de potencia, es bastante equilibrada, aunque recién despierta desde las 1.500 a 2.000 vueltas, con una transmisión automática de doble embrague lubricada (la anterior era seca) que opera rápida y suavemente. Eso sí extrañamos la ausencia de paletas en el volante para un manejo aún más dinámico.
En seguridad, las dos primeras versiones siguen llegando con dos bolsas de aire, mientras que la tope de línea ofrece seis. Ejecutivos de la marca aclararon que ya están conversando con la fábrica para que las versiones Comfort vengan con cuatro bolsas de aire. Otro elemento que al menos extrañamos que lo equipase parcialmente son las asistencias al manejo o ADAS.